Carta de fin de año de Soma
En año nuevo todos nos decimos ¡Feliz año! Pero qué poco hacemos para que nos resulte feliz. Solo esperamos en la cola de la tienda donde se venden boletos de lotería para ver si la suerte nos señala con su dedo fatídico. Fatídico sí, porque los premios de lotería acostumbran a ser al poco tiempo premios de anulación de la alegría.
Siempre permanecemos deseando que se pasen los tiempos difíciles. Cuando sentimos que son tiempos difíciles para el cuerpo acostumbran a ser tiempos maravillosos para la evolución del alma. Aprende a extraer la esencia de cada situación y es entonces cuando verás lo que significa “feliz año” para ti.
Por ejemplo, la pandemia es una adversidad más.
¿Acaso no mueren miles de personas al año por cáncer?
¿Acaso no mueren miles de personas al año por el tabaco, por el alcohol, por los accidentes de tráfico, por drogas, etc.?
¿O es que la muerte por todas estas causas se asume y las del COVID19 no?
Cada momento de la vida, sea de la índole que sea, es una oportunidad más para comprender a Dios y sentirlo.
Vivimos en la más absoluta inopia del sentido que tiene la frase que repetimos como loros: feliz año por aquí, feliz año por allá.
Decir “feliz año” a alguien es comprometerse en esforzarse y hacer lo posible para que esa persona sea feliz porque solo así podrás tú vivir la verdadera felicidad. Haciendo posible que los demás sean felices.
Mucha gente dice que la verdadera felicidad no existe aquí en la Tierra. Yo les digo: “Pues si crees que es así menos lo será en el Cielo”. Porque ahí no dejan entrar a personas que han sido derrotistas por las circunstancias de la Tierra.
El entusiasmo por la vida es como una flecha dirigida a cada circunstancia dolorosa que experimentamos en ella. El entusiasmo es como entrar con una antorcha luminosa en una habitación que permanece a oscuras, con el fin de saber dónde se ubican las ventanas, para abrirlas y hacer que entre la luz.
Decimos en estas fechas “feliz y próspero año nuevo”. ¿Qué es próspero?, ¿hacer que ganes más dinero para seguir embruteciendo tu vida?
Más vale dormir debajo del puente y vivir el presente que embrutecer tu vida convirtiéndola en un cúmulo de pasatiempos.
Si te sientes estimulado para continuar con tu sadhana, incluso en tiempos difíciles;
si eres capaz de aprender del dolor que supone estar sentado meditando durante mucho tiempo;
si eres capaz de aprender del aburrimiento y sacarle chispas;
si puedes eludir la necesidad de estar entretenido o distraído con videojuegos o múltiples autoanzuelos que te pones para tener algo que hacer;
si es posible para ti sacudirte la pena del victimista que llevas dentro;
si tienes la habilidad de no enfadarte porque alguien no hace o dice lo que tú quieres que haga o diga;
si no tienes a tu disposición tus múltiples “drogas” de supervivencia;
si eres capaz de soportar los múltiples momentos de confusión y temor que surgen a menudo;
y, a pesar de ello, puedes observar impertérrito, impasible, con absoluta atención, con dulce sentimiento de entregarte a Dios, pero sin ninguna expectativa de respuesta alguna por su parte, entonces podrás alcanzar sublimes estados de discernimiento, consciencia, silencio y dicha absoluta.
Es como sumergirte en el fondo del mar y vivir la calma a pesar de los oleajes, tempestades, ciclones, maremotos y mil majaderías que ocurren en la superficie de tu vida.
Decimos “feliz y próspero año nuevo”, sin embargo, un yogui dice:
“Feliz año si ahora estás aquí.
Saludo con frenesí
al Dios que hay en ti.”
Witryh se torna todo de blanco varias veces al año. Yo lo percibo como el gesto de pureza que debemos realizar de tiempo en tiempo.
Estos son los dos primeros brillos del alma, la bondad y la pureza, para iniciar el año con grandeza.
La bondad como gesto de respeto y amor al mundo externo.
La pureza como gesto de apertura al mundo interno.
La bondad es la fórmula para crear un paraíso fuera y la pureza es la fórmula para que el hada de la felicidad pueda refugiarse en tu mundo interno. La bondad y la pureza son los dos compañeros de viaje que nunca deberás abandonar si no quieres perderte por derroteros inexpugnables de los que difícilmente podrás salir.
Te voy a regalar una meditación para empezar el año. Yo le llamo “La sabiduría del silencio”. Se trata de pasar mucho tiempo, o mejor dicho, un buen rato, que son cuatro horas y media, escuchando sin pensar, sin argumentar, sin juzgarte y sin juzgar.
Si te aburres, escucha el aburrimiento, pero no intentes salir de él.
Si te duele, escucha el dolor, pero no quieras quitártelo (a no ser que sea insoportable).
Si te agobias, escucha tu agobio.
Si te pones nervioso, escucha lo que dicen tus nervios.
Si te entran ganas de dormir y das cabezadas, escucha el mensaje de la ensoñación.
Si deseas moverte, escucha la quietud.
Si no quieres estar solo, hazle caso a tu soledad.
Si deseas comer, escucha lo que te dice el hambre.
Si ves imágenes, obsérvalas con atención.
Si deseas hablar, observa detenidamente lo que quieres decir.
Es decir, escucha la voz de la sabiduría que te llama a gritos sin ruido para que despiertes.
Escucha esa mística voz que nace del silencio.
La meditación consiste en tres sesiones seguidas de una hora y media cada una y los cinco últimos minutos de cada una de ellas puedes ir al baño y realizar 5 minutos de Suryanamaskar o práctica similar.
Seguidamente, sin detenerte comienzas la siguiente sesión.
En los tres períodos de meditación no hay que hacer nada, solo escucharte sin pensar.
El mensaje del silencio es el instrumento de la voz de la sabiduría.
Se inicia cuando todavía es de noche, a las 6.30 de la mañana y se finaliza a las 11.00 de la mañana. Comienza el año meditando porque el objetivo es sentir a Dios en lo más profundo de tu corazón.
Como he dicho antes:
Feliz año si ahora estás aquí.
Saludo con frenesí
al Dios que hay en ti.
Om Witryh,
Soma
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