Carta de la Luna Llena
Brillos del Alma · Ley del Amor · Mensajes
¡No dudes de ti, sino de lo que han hecho de ti!
En el mundo del Yoga es muy fácil ver que los demás no cumplen los principios que se comunican en esta disciplina; casi todos los profesores consideramos que nosotros poseemos la verdad y que, por lo tanto, somos los mejores. Esto implica espíritu competitivo y comparativo; es decir, vivimos montados en el globo egótico que no nos permite vivir la auténtica verdad.
Introdúcete en tu hogar profundo, trabaja, medita con intensidad, silencio, sosiego, aspiración y entrega. Y dirás, ¿cómo se hace esto? Haciéndolo. Ya se te darán las claves, pero tú, comienza a caminar. Cuando un ser trabaja el sendero de esta forma, se organiza una fiesta cósmica en el Cielo, porque a través del silencio podemos disponer de cobertura telefónica en la comunicación extrasensorial.
El sendero del Yoga es un camino divertido, sencillo, intenso y a veces áspero para ciertas mentes.
Si no dispones de tiempo, aspiración, voluntad y fe, es mejor que te dediques a otra cosa o recorras otro sendero.
Si no te responsabilizas de tu propia sadhana y de tu propia disciplina, lo que ocurre al cabo de unos años es que crees que sabes mucho pero no te has enterado de nada, porque el ser comienza a elucubrar sobre lo que debería ser un sendero espiritual adecuado a sus tendencias emocionales, sus deseos terrenales, sus esquemas mentales y sus miedos viscerales. Las consecuencias de esto pueden ser:
Que abandone el sendero.
Que arremeta críticamente contra todo aquel que le ponga en evidencia o le introduzca el dedo en la llaga.
Que eche “balones fuera” para justificar sus miserias.
Que se crea el mejor y no quiera arriesgarse a contrastarse con nadie por temor a que le hagan ver lo contrario.
Que se aferre a sus visiones o creencias dogmáticas por temor a vivir desde el corazón amando, o a recorrer el camino con el corazón en la mano.
Que eche mano de otros caminos y de otras disciplinas porque ha sido incapaz de profundizar en una, debido a que le ha puesto frente a su soberano aburrimiento o su incapacidad creadora o carencia de iniciativas.
En cada una de estas cartas de Luna llena trato de reflejar enseñanzas que se ubican en la oportunidad del momento presente que nos toca vivir. Esta nueva carta de Luna llena, que sucede en pleno verano -época muy de encuentro familiar y social- busca ser una nueva oportunidad:
… de poner a prueba nuestros propios brillos del alma;
… de poner a prueba nuestras aspiraciones de concordia humana;
… de bajarnos del pódium de los ganadores para ganar mucho más aprendiendo a ceder en lugar de imponer;
… de crear cercanía con los que sólo saben vivir en la lejanía.
Yo te quiero decir que hoy rompas el hielo de tu indiferencia.
Yo te quiero comunicar que te imagines que es tu último verano.
Yo te quiero exponer que si alguna vez me he portado mal contigo ha sido por mi ignorancia, pero no por mi intención.
Yo te quiero mirar con dulzura y complicidad.
Yo te quiero ver las alas de ángel, los ojos de enamorado, las manos cariñosas, los pies fuertes escalando las cumbres de lo imposible, los labios dulces pronunciando palabras armonizadoras y tus brazos fuertes abrazando pechos débiles.
Yo te quiero sentir dentro de tu piel para llorar juntos de alegría, porque hemos comprendido que somos Criaturas Divinas.
Yo te quiero comunicar que entre tú y yo no van a existir más las distancias, porque te he acondicionado una habitación en mi corazón.
Yo te quiero gritar sin ruido que tenemos la última oportunidad de ayudarnos y estudiar juntos nuestra asignatura pendiente: las matemáticas de la amistad verdadera.
Yo te quiero susurrar al oído en el silencio de este jardín florido: te amo, hermano, hermana.
Yo te quiero transmitir el objetivo más interesante de mi vida: conocerte.
Yo te quiero ofrecer mi energía para que juntos construyamos un paraíso en esta vida.
Yo te quiero “llamar al orden” de los artistas, de los místicos, de los maestros, de los yoguis y de los saltimbanquis y danzantes del Cielo.
Yo te quiero dar mi tiempo porque sólo así podremos disfrutar de la eternidad.
Yo te quiero contemplar porque eres la obra de arte más hermosa de Dios en la Tierra.
Yo te quiero cantar sin sonidos porque el silencio es la más bella canción de comprensión y afecto que te puedo ofrecer.
Yo te quiero ayudar a recorrer este sendero maravilloso que llamamos Yoga, porque he comprendido que sólo ayudando podré vencer todos los obstáculos de este lento camino de la evolución existencial.
Yo te quiero enseñar que Dios mira a través de tus ojos, actúa a través de tus manos y ama a través de tu corazón, no le cierres la puerta.
Yo te quiero animar a que seas un payaso de Dios creando sonrisas en los rostros de los dramáticos, abúlicos, depresivos y derrotistas.
Yo te quiero expresar que el Yoga es un sendero estrecho pero que llega muy lejos.
Yo te quiero abrazar porque así tendremos la oportunidad de sonreír a la adversidad y vencer los obstáculos.
Yo te quiero entregar lo único que he podido acumular: mi fe y mi entusiasmo.
Yo te quiero regalar con atención y respeto mis humildes bendiciones.
Yo te quiero
Asimismo, te animo a que este poderoso mantra lo distribuyas entre los tuyos y todos los que consideres que lo necesitan. Es el mantra que puede salvar las distancias.
Porque el mantra que salva la distancia entre tú y el Gran Profundo es:
“Lo que Tú quieras, amado Padre del Cosmos Infinito”.
Este mantra es el secreto del “Ananda” (Gozo Supremo).
Gozo y placer son dos cosas distintas y para la mente ordinaria suponen lo mismo.
Cuando para ti las dos cosas son lo mismo, significa que no has vivenciado la experiencia del gozo. Todos vamos en busca del estado de Ananda (Gozo Supremo y perdurable) y para ello utilizamos herramientas, medios, caminos que desemboca ineludiblemente en el dolor. Por lo tanto, el placer nunca permanece por mucho tiempo, es fugaz y escurridizo.
El dolor es la consecuencia de nuestra incapacidad para obtener el gozo. Para que esto no ocurra debemos vivenciarnos por encima del placer efímero, no debemos instaurar el placer como propósito de nuestra vida.
La condición de la vida elevada es el Ananda.
Si hacemos del placer uno de los propósitos de nuestra vida, estamos dejando entrar en nuestra casa al inquilino del dolor. Los dos son una pareja inseparable, se enfadan muchas veces, pero nunca se les ocurre separarse.
La llave mágica para abrirse al estado de Ananda, es hacer brillar el Alma.
Buscamos el Gozo Supremo de la vida, “el Ananda”, por caminos muy equivocados.
Buscamos en el placer de los sentidos algo que no está ahí.
El placer es una sensación física, emocional o mental provocada por algo externo.
El gozo es un estado anímico que brota de dentro cuando el ser ha puesto las condiciones, es algo que germina desde el fondo del alma y, como todas las plantas, necesita la luz del discernimiento, el calor del amor, la humedad de la fe y el abono de la paz.
El Yoga te sirve para posicionarte en el eje de la rueda de tu vida:
· Si te colocas en el eje, en tu centro, vivirás la quietud y la paz.
· Cuanto más te alejas de tu centro, vivirás más el vértigo y la inquietud.
· La rueda gira lo mismo que la vida; si la observas desde tu centro, nada te alterará.
Si la observas desde otro punto, la agitación no te permitirá percibirla con ecuanimidad.
· Todo gira en el universo lo mismo que una rueda, desde el más diminuto de los átomos a la mayor de las galaxias. Como es arriba es abajo, como es en lo grande es en lo pequeño.
· El Yoga es un caminar desde la periferia de la rueda a su centro; es decir, desde la agitación y la ignorancia, a la paz y la sabiduría.
· La periferia de la rueda se enfrenta con mayor crudeza a las circunstancias adversas del camino. Si sabes estar en el centro de tu rueda, aunque ellas te golpeen, no te podrán destruir.
La respuesta de la bondad es el único lenguaje con el que responde y reacciona el yogui ante la maldad y el oprobio.
La habilidad de la pureza la demuestra el yogui en su largo caminar; es el primer paso que da en la Tierra, el último con el que se despide y, entre tanto, sólo admitirá la influencia del Cielo.
La mirada del perdón es la varita mágica del yogui para crear armonía allá donde las
espadas de la guerra brillan.
Las cosquillas del entusiasmo son la pócima del yogui, su “lucidógeno” natural interno, su medicina del alma, su lupa para descubrir al donante de todos sus órganos: Dios. Es el baremo del yogui de su meditación y de su evolución.
El ásana de la sencillez es el ejercicio permanente del yogui creando la elasticidad necesaria en su mente y cuerpo para ajustarse al impertinente intolerante, para acomodarse ante la soberbia del prepotente y amoldarse al cegado por la rabia.
Practica el ásana de la frugalidad porque sabe que le aporta tiempo, le da poder, es su túnica protectora y es su consejera de salud integral.
El susurro de la sinceridad es la brisa sutil que le hace desprenderse de su “ropa íntima” para sentir mejor al amado: Dios.
La moneda de la generosidad es su única riqueza, posee un filón inagotable. El yogui es muy ahorrador de esta moneda porque no existen sucursales bancarias en la Tierra que guarden su moneda y mucho menos, que le den intereses.
La danza del valor es el antídoto del yogui ante el veneno del pavor. Es su indumentaria mística para cubrir su cuerpo contrahecho por el temor.
El arte de la voluntad es el maná del yogui que le dará fuerza para aguantar lo inaguantable, para levantarse del derrumbamiento, para continuar en el desierto, para perseverar ante el fracaso y para descubrir la parte de victoria que tiene una derrota.
El océano de la paciencia es por donde el yogui viaja y hace cruceros vacacionales permanentemente.
El velo de la atención es el radar del yogui que le hace percibir lo que muchas veces no quiere ver.
El abrazo de la aceptación es su única reacción ante los ademanes agresivos de la vida y de su propio ego. Es el arma oculta del yogui para vencer su rebeldía y la de los demás.
La caricia de la devoción es su forma de abrazar al mundo y a todos los seres, sean humanos o no. Es el néctar con el que da de beber a su inquilino íntimo: Dios.
La fuerza de la fe es su única drogodependencia, de la que no desea liberarse por los siglos de los siglos. Es la amiga íntima del yogui, a la que siempre acude a pedir consejo.
El canto de la humildad es su mantra, es su respuesta a los interrogantes que los jueces implacables de este mundo atrasado le plantean.
El bálsamo del desapego es la medicina del cuerpo y del alma del yogui para sanar sus errores y recuperar su poder.
El guardián del autodominio es el protector de su maravilloso templo asediado y muchas veces destruido por los misiles de la injusticia, la incomprensión, la lujuria, la vanidad y la violencia.
El puente del amor es su única habilidad de ingeniería constructiva para salvar los abismos insondables creados por sus hermanos.
El gesto de la paz es su danza en la Tierra, es el título de su espectáculo gratuito al que acudirán muchos guerreros sedientos de sosiego.
La espada invisible del discernimiento es el arma oculta del yogui embriagado de sabiduría, que sólo utiliza para extirpar la larva de la oscuridad que le rodea.
La voz del silencio es la guía que marca los senderos del yogui, que debe preparar su espíritu para dar mucho y recibir poco.
¿Te seduce el camino o prefieres esperar mejores tiempos, que no existen, para recorrerlo?
Te he expuesto el único equipaje que es conveniente llevar para disfrutar del trayecto.
Lo demás son mochilas pesadas que nos agotan, enferman o desaniman.
Atrévete, arriésgate, lánzate, desmelénate, sumérgete, iníciate, revélate, despiértate,
arrójate, levántate; porque la actitud con cada brillo del alma es: saber – osar – hacer – y callar.
Te voy a sugerir algunos interrogantes para que tú y los tuyos os cuestionéis en estas fechas veraniegas de encuentro y regocijo. Pretenden ser algunos temas de conversación y el juego de conocimiento consiste en plantear la pregunta y proponer una respuesta colectiva como familia o grupo, en un tiempo determinado. Debe haber un coordinador y un escriba que recoja las opiniones. Los interrogantes son los siguientes:
¿Por qué nacemos si no es más que para morir?
¿Por qué vivimos si no es más que para trabajar y sufrir?
¿Por qué amamos, si no podemos dejar de sentirnos separados?
¿Por qué pensamos, si no es más que para equivocarnos y vivir la confusión permanente?
¿Por qué actuamos si no es más que para cometer errores?
¿Por qué buscamos la verdad si no hacemos más que vivir la mentira permanentemente?
¿Por qué castigamos y hacemos sufrir a los demás si no queremos sufrir?
Buen verano.
Soma
