Carta de la Luna Llena
¡Oh, Gran Profundo!
¡Que la voz de tu palabra sin ruido me penetre
y cada átomo de mi cuerpo
baile al compás de tu espléndida sinfonía!
Este saludo es el código de una bendición que te transmito a través de esta carta. Cada vez que la escribo, siento que una lluvia de estrellas pasa a través de mi corazón y se difunde como si fuera una suave y dulce explosión hacia Ti.
No me creas nada de lo que pongo en estas cartas, pues soy un loco del espíritu, un payaso de Dios, un pobrecillo hatha-yogui, un rebelde de la lógica y el razonamiento, un yogui mendicante de luz, un peregrino solitario por caminos desconocidos; es decir, nadie digno de hacerle caso. Pero como la vida es muy generosa, me da la oportunidad de comunicarme contigo a través de esta ventana para decirte cosas que hierven en mi pecho.
Dos soluciones nos aporta el Yoga para abordar todos nuestros conflictos:
1. Realizar la actitud opuesta.
2. La meditación.
Realizar la actitud opuesta.
¿Cómo se aborda la actitud opuesta? Hasta ahora te has relacionado con tu problema a través de unos determinados patrones que, si el conflicto sigue, son inoperantes. Por lo tanto, tendrás que utilizar otros mecanismos. Es tan fácil que no te lo vas a creer. Ejemplos:
¿Tienes un problema de gula? Solución: No comas.
¿Tu madre no te quiere? Solución: Ámala más.
¿Tu amigo se ha enfadado? Solución: No le discutas nada, sonríele y le haces pasar un ayuno de ti durante X tiempo.
¿Estás en paro? Solución: Trabaja.
¿Tu pareja te ha dejado? Solución: Muéstrale tu alegría por quitarle un peso de encima o porque siente que va a ser más feliz sin ti.
¿Tienes cáncer? Solución: Ríe a carcajadas hasta comprender que la vida te va a dar otra oportunidad, un poco más adelante…
¿Fumas? Solución: No fumes.
¿No haces la sadhana? Solución: Hazla, sin excusas.
¿Te da miedo hablar en público? Solución: Apáñatelas para hablar en un escenario a mucha gente, muchas veces.
¿Te gusta cantar pero eres horrible haciéndolo? Solución: Canta hasta aprender, mejor en solitario…
¿Odias a alguien y te gustaría que se fuera muy lejos? Solución: Regálale un masaje con amor y dale las gracias. Le odiarás menos, te lo aseguro.
¿Te han robado? Solución: Alégrate porque el Cielo te está enseñando el desapego y además has hecho feliz a alguien por un rato, sin esfuerzo…
¿Tienes vergüenza? Solución: Conviértete en un sinvergüenza, sin molestar a nadie.
¿Te gusta alguien y no eres correspondido? Solución: Alégrate, él o ella se lo pierde.
Todo problema posee una respuesta lúcida, otra mediocre y otra nefasta.
Si utilizas la respuesta nefasta, se agrava y duplica el conflicto.
Si utilizas la respuesta mediocre, continúa el problema y el conflicto.
Si utilizas la respuesta lúcida, puede que el problema continúe pero ya no te importa, porque ha desaparecido el conflicto.
Los problemas también los tienen los inteligentes y los sabios, los conflictos sólo los ignorantes.
En el cielo hay millones de estrellas y tú eres una de ellas, lo que ocurre es que a veces no quieres brillar porque supone un esfuerzo. La mayor parte de las veces preferimos que otras brillen por nosotros y así beber de su luz. Pero la luz derivada es una luz mortecina y si se nos va nuestra estrella, nos quedamos a oscuras.
Otra solución que aporta el Yoga es la meditación.
Entra en silencio con todo lo que te ocurre, con tus problemas y tus aciertos. Entrar en silencio significa no juzgar, no analizar, no evaluar. Simplemente observa con atención, sumérgete en el objeto de tu atención, fúndete con él y los mensajes aparecerán a raudales. La sabiduría anida dentro de ti, no la busques, encuéntrala. El ser humano es un microcosmos y todo lo que podemos descubrir fuera, palpita también en nuestro interior.
El gran problema de esta Humanidad no es el hambre, las guerras, los conflictos socio-políticos, las enfermedades, etc. El gran problema que la Humanidad tiene es que no medita.
Si no medita, no vive la paz.
Si no hay paz, no hay salud.
Si no hay salud, hay angustia.
Si hay angustia, aparecen el odio y la ira
y como consecuencia las guerras, las
enfermedades…
Meditar es entrar en el templo que Dios ha creado en tu corazón. Sólo en ese espacio tiempo podemos vislumbrar su destello y comunicarnos con Él.
Lo puedo decir con conocimiento de causa. La meditación es la panacea de todos los conflictos, problemas, sufrimientos e ignorancias. Si tu vida no mejora, ni se eleva claramente tu vibración ni tu gozo, es que no sabes meditar o has hecho cualquier cosa menos meditar.
El objetivo del Yoga es el estado de meditación, es decir,
el arte científico de la perfecta unión con Dios y la Verdad.
Cuando desvelas la esencia de cualquier sendero espiritual, los parámetros de conciencia y los planteamientos místicos son similares. Sólo cuando nos posicionamos en la superficie o en los instrumentos para acceder a los mismos, las diferencias son sustanciales. Es hermoso que existan las diferencias porque así el paraíso de Dios es muy divertido. Además, los mismos instrumentos para unos son eficaces y para otros no. Por tanto, gracias Señor, por aceptar las múltiples y diferentes formas de llegar a Ti.
La meditación unifica todas las vías de conocimiento pues, en todas ellas, se la promueve como elemento imprescindible de autoconocimiento.
· ¿Cuándo se detecta que un ser ha degustado el néctar de la meditación?
· Cuando es capaz de renunciar sin vanagloria; es decir, sin que todo el mundo lo sepa.
· Cuando es capaz de rendirse con alegría.
· Cuando puede desdramatizar su dolor y comprenderlo.
· Cuando el gozo que le embriaga le permite hacer nuevas “locuras”.
· Cuando se vuelve capaz de respetar con afecto y comprensión al que no opina igual.
· Cuando la larva del cinismo y la crítica dejan de anidar en su lengua.
· Cuando la paz llega a irradiarse a través del brillo de sus ojos.
· Y cuando es capaz de trabajar con entrega sin buscar ni reivindicar recompensa.
Comprobaciones químicas de esta doliente Humanidad
· Que las palabras son sonidos huecos, fuegos fatuos si no hay realizaciones; no confío en las palabras por sí mismas.
· Que aún con todos los conocimientos adquiridos nos seguimos quejando.
· Que a pesar de todas las oportunidades que se nos dan, no sabemos qué es ni de lejos, el verdadero sentimiento de agradecimiento.
· Que cuando nos tocan la verruga verde gorda y peluda del dinero, sacamos la espada y cortamos el cuello que antes hemos podido abrazar con falsa y pretendida ternura.
· Que el mal pensar nos rodea y nos envuelve de tal manera en este plano físico, que sólo los seres muy evolucionados pueden eludir su influjo y evitar responder con la misma moneda.
· Que la hipocresía, engreimiento y vanidad mística de los supuestos sensitivos, es la que verdaderamente paraliza y retrasa el proceso evolutivo de su propia persona y de los que le rodean.
· Que no confío en los llantos nacidos del victimismo, que lo único que hacen es pedir amor a gritos porque el ser no sabe dar amor en silencio.
· Que no confío en los abrazos que no nazcan de una renuncia visceral del deseo y del interés. No confío en los abrazos para parchear vacíos de soledad, desamor y angustia.
· He comprendido también mi error de pretender crear un paraíso donde todavía anidan las serpientes seductoras, ávidas de emociones sibilinas, ocultas detrás de velos místicos, perfumes de rosa, sándalo o jazmín.
Es muy bello ver cómo los seres que se entregan a las prácticas
van puliendo sin cesar el cristal diamantino de su alma,
van ampliando con mayor intensidad el foco de luz de su mente,
van desplegando con valentía las alas de su corazón
y van activando y cargando con mayor vitalidad la nave espacial de su cuerpo.
El método y la filosofía que llevamos no lo sabemos. Nuestro maestro es toda la creación, que es el ejemplo de Dios. ¡Cuántas enseñanzas puedes recibir!,
de las flores y de las piedras,
de los árboles y los ríos,
del que te ama y te odia,
del hijo y del anciano,
del adversario y del hermano,
de las aves, los peces, las abejas y las mariposas,
del que te critica y del que te ensalza.
¿Qué filosofía llevamos? La que unifica a todos los maestros del mundo: el Amor.
¿Qué pranayama inhalamos? La brisa de la Paz.
¿Qué ásana practicamos? Parati-Utthita Amorásana.
¿Qué shatkarma utilizamos? Risa-neti.
¿Qué meditación realizamos? No juicio, no reacción.
Silencio, servicio, entrega, humildad, sonrisa y paciencia.
¿Qué terapia aplicamos? La que te ayuda a no necesitar ninguna.
La formación en Yoga es la universidad del alma a la que sólo pueden acceder los que han superado las auto-pruebas de selectividad en la vida:
Estreñimiento egótico.
Diarrea emocional.
Lumbago por agacharte a coger lo que no es tuyo.
Miedo al paro mental.
Urticaria de celos.
Ojos iracundos salientes.
Angustia vital por no saber dónde está lo que está en todos los lados.
Parálisis aguda de oído obtuso.
Espinillas de pus-ilanimidad.
Cataratas por hacer la vista gorda en todo.
Esclerosis amorosa.
Empacho de afectos dulces empalagosos.
Infartos de corazón sin-razón por entrar en-razón y no en silencio.
Enfermedades genéticas por ser descendiente de la inco-herencia de los antepasados.
Cifosis dorsal por ombliguismo.
Ceguera de orientación del Norte de la vida.
El verdadero fracaso de un proyecto, de un ideal, de un curso, no es que se pierda dinero o que no se logren los objetivos propuestos. El verdadero fracaso de cualquier misión, propósito o plan es que no haya contribuido a que sus integrantes se encuentren con su alma y se dejen guiar por ella.
Por lo tanto, si queremos encontrarnos con el alma, debemos unirnos a Dios. La única y verdadera tragedia que puedes vivir en la Tierra es el fracaso del alma. Puedes tener mucho éxito en los negocios, en el amor, etc., pero si no has encontrado tu verdadera esencia, tu propia alma y no has conseguido dejarte guiar por ella, toda tu vida será una tragedia existencial, aunque vivas rodeado de comodidades. Sin embargo, puedes vivir lleno de problemas y miserias, pero si eres consciente de tu alma y ella es tu faro en tu devenir existencial, habrás alcanzado la victoria.
Morir sin haber hallado el alma y sin haber seguido su ley, este es el verdadero fracaso, la verdadera derrota de una vida humana.
A veces, en la evolución se producen altibajos muy profundos. Unas veces estás arriba y otras, abajo. Cuando estás arriba, cárgate de humildad eludiendo la prepotencia. Cuando estás abajo, cárgate también de humildad eludiendo la culpabilidad, el desvío de responsabilidad de lo que te ocurre, la queja, el enfado, la ira y el “pobre de mí”.
El problema no es tanto estar arriba o abajo. El problema más grave surge cuando estás abajo y no te lo quieres creer; es decir, cuando quieres volar muy alto como las águilas, pero todavía tienes alas de mosca, o cuando te quieres convertir en un superterapeuta y todavía no sabes cómo curarte mínimamente a ti mismo.
Si el bien y todo lo que entregas lo haces esperando las delicias de la gratitud o del afecto, siempre tendrás desengaños y encontrarás incoherencias.
Pero si lo haces sólo para satisfacer el premio de tu yo íntimo (el alma), que te exige heroísmos y desbordamientos de amor hacia tus hermanos, hallarás allí mismo dentro de ti la más excelsa compensación y el más grande gozo.
Si publicas a los cuatro vientos lo mucho que has entregado, es como si no lo hubieras hecho, porque la vanidad que demuestra el interés en que todo el mundo lo sepa, anula la magia de la entrega y se convierte en onerosa venta, obteniendo pingües beneficios egótico espirituales. No se puede servir a dos señores, a la sensorialidad y al espíritu.
“Aprende a extraer la belleza que, en cada instante,
Dios te presenta para que aprendas a ser feliz”.
Soma
