Entrevista a Soma
¡Namasté!
Compartimos con vosotros la entrevista sobre la muerte que hicieron a Soma (Xabier Satrustegi) el mes pasado, en el diario catalán El Punt Avui.
“Morir es una bendición, es una fascinante experiencia que aporta liberación y mucha felicidad”.
Xabier Satrustegi practica Yoga Esenio, inspirado en la filosofía de los yoguis esenios.
Mantiene que los esenios “eran maestros encarnados de alta sabiduría”, que desarrollaron “una gran cantidad de técnicas de meditación para extraer las facultades del alma” y que influyeron, aleccionaron y prepararon a Jesús para la misión que desarrolló en la Tierra.
El yoga que usted practica, entonces, no es el yoga del budismo.
No, el Yoga es un camino espiritual de unión con la Divinidad y no tiene porqué estar solamente relacionado con los budistas. El objetivo de todos los yoguis es llegar al Samadhi, la unión con Dios. Cuando empiezo las clases con gente nueva, yo les digo: “No os equivoquéis, aquí no venimos a arreglarnos la columna vertebral ni a adelgazar, porque la parte física es una parte muy pequeña del Yoga. La parte más interesante es la comunión con el dios que todos llevamos dentro, ese dios que desconocemos y que se despierta a través del Yoga”.
Ha venido a Barcelona para impartir un curso titulado “El Arte de Aprender a Morir”.
Morir es un arte, una habilidad, y es una manera de entender la vida y la muerte. La vida y la muerte vienen como un pack: vida y muerte, muerte y vida… Constantemente estamos encarnando y estamos muriendo. Todo lo que nace, muere. Hoy en día, la mayor parte de los seres humanos cree en la reencarnación, que hay más vidas además de la que estamos viviendo ahora. ¿Por qué este fluir continuo, por qué la reencarnación? Porque evolucionamos aprendiendo en cada vida. Si únicamente tuviésemos una oportunidad, una sola vida, no tendríamos tiempo para despertar cualidades anímicas, cualidades del alma, poderes y facultades. Venimos una y otra vez a la vida, a la Tierra, para evolucionar.
Habla de reencarnación y es justamente lo que creen los budistas, ¿no?
Lo dicen los budistas pero también Jesús hablaba de la reencarnación. Lo que ocurre es que en el Concilio de Nicea el emperador Constantino hizo sacar de los textos sagrados las alusiones a la reencarnación. No interesaba que la gente supiera que nos estamos reencarnando constantemente, porque esto hace que la gente se sienta libre, y Constantino y la Iglesia no querían gente libre sino gente sometida, obediente. La Iglesia quería tener a la gente en el puño y que se pensara que si cometías un pecado te ibas al infierno. Y esto no existe, el infierno no existe.
¿…está claro que es así?
¿Cómo puede existir un Dios que pueda enviar un hijo suyo a la condena eterna? Es inimaginable. Tanto es así que el Papa Juan XXIII ya dijo que el infierno no existía, y mucha gente quedó sorprendida porque justo hacía siglos que se decía lo contrario. La Iglesia ha tenido a la gente atemorizada cumpliendo los mandamientos por miedo a un infierno que no existe. Lo que sí que existe es el amor, el amor que guía a todas las personas. Estamos aquí encarnados por amor, porque Dios lo ha querido.
El amor, ¿lo salva todo?
El amor salva todos los abismos, todas las diferencias y todos los conflictos. Y Dios es amor. Dios no condena nunca a nadie a sufrir, somos nosotros que cometiendo errores nos hundimos en la miseria.
Usted dice que morir es vivir…
Morir es vivir, es renovarse, es una bendición. La gente que viene a mis cursos dice que son “un antes y un después” porque salen con otro concepto de la muerte. Descubrimos que somos eternos gracias a la muerte, porque cuando mueres sales de tu cuerpo y descubres la maravilla de que continúas viviendo. Si la gente lo supiera dejaría de lamentarse y cuando alguien se muriera haríamos una fiesta. Todos los maestros espirituales dicen que la muerte es un gozo y así lo enseñaban los esenios. Morir es una alegría.
Usted, en su libro, hace una invocación a la “hermana muerte”.
La muerte es maravillosa porque nos libera del sufrimiento y de una prisión, que es el cuerpo físico. El cuerpo físico es una prisión para el alma. Es cómo cuando pones un pájaro en una jaula: al final, después de tanto tiempo de estar en ella, si le abres la puerta no quiere salir, se aferra a los barrotes de la jaula porque teme la libertad. Nosotros somos así: no conocemos otra cosa y nos aferramos a lo que sentimos, a lo que conocemos.
Al cuerpo físico, quiere decir.
Efectivamente, al cuerpo físico. Mira, hay dos cosas que tenemos que tener claras: una, no tenemos que tener miedo de la muerte y, dos, no nos tenemos que aferrar tanto a la vida. ¿Por qué? Pues porque venimos al mundo por dos causas: o bien para compensar errores del pasado, que son dolorosos si no comprendemos las causas que los crearon; o bien porque somos enviados por Dios para difundir un mensaje de amor. Cuando has cumplido la misión, cualquiera que sea, cuanto antes te vuelvas allá de donde habías venido, mejor.
Nadie sabe qué hay después de la muerte.
Lo que hay después de la muerte es la pura felicidad.
¿Cómo sabe usted esto?
Porque lo he vivido a través de una técnica que se llama desdoblamiento, que hace que el alma salga del cuerpo. Nosotros somos varios cuerpos en una entidad; el cuerpo físico es uno, pero después hay el cuerpo etéreo, el cuerpo astral… Cuando el cuerpo astral sale del cuerpo físico, ves tu cuerpo físico. Entonces te preguntas ¿quién soy yo?. ¿Quién soy?: ¿el que está tumbado en la esterilla o el que vuela, siente y ve, atraviesa paredes y está separado de su cuerpo físico? El desdoblamiento te enseña que puedes vivir sin cuerpo. Y esta es la experiencia cuando morimos. Hay gente que ingresada en un hospital ha estado a punto de morir y relata la experiencia de estar clínicamente muerto y, de golpe, revivir. Se llaman ECM, Experiencias Cercanas a la Muerte.
¿Qué enseña en el Arte de Aprender a Morir? En concreto.
Enseño muchas cosas, por ejemplo, las Cuatro M de la Felicidad, que son las puertas de la felicidad. La primera M es la meditación, porque si no meditas difícilmente puedes ser feliz. La segunda M es la memoria, de ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿dónde voy?, ¿por qué estoy aquí?; si no sabes quién eres difícilmente puedes ser feliz. Tercera M: la misión, todos venimos con una misión a la vida, y descubrir esta misión es una de las claves de la felicidad, porque cuando alguien sabe lo que tiene que hacer en la Tierra enfoca toda su energía en aquella misión y obtiene la felicidad absoluta. La cuarta M es el miedo a morir, que obviamente hay que erradicarlo. Si tienes miedo a morir estás esclavizado.
¿Tenemos miedo de morir o de cómo moriremos?
Cómo moriremos es uno de los miedos. Tenemos miedo a lo que es desconocido, al dolor que puedas sentir, a la desintegración. Todo el mundo tiene miedos. Y tengo que decir que el miedo no es malo. ¿Cuándo se es valiente: cuándo tienes miedo o cuándo no lo tienes? ¡Se es valiente cuando tienes miedo y lo superas! Cuando tienes miedo es cuando puedes superarlo y vencerlo. Lo que es importante es no dejarse vencer por el miedo.
En este momento de pandemia, ¿es importante vencer el miedo de morir?
Esta pandemia nos está dando una lección. Las personas que no viven adversidades no evolucionan y la pandemia es una adversidad. Nos está empujando a tomar consciencia de qué hacemos con nuestra vida, cómo enfocamos la muerte, qué sentido tiene la vida para nosotros. La muerte es una cosa natural, que está aquí y es necesaria porque te libera de un cuerpo que no es nada más que un vehículo, una vestimenta. La muerte te libera del continente pero no del contenido, que es el alma, y el alma es inmortal. Algunas religiones lo dicen: estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Somos una chispa de inteligencia de este gran sol de inteligencia que es Dios. Nuestra chispa de inteligencia va evolucionando, evolucionando… ¿Hasta cuándo? Hasta que nos unimos a Él. Y esto, ¿por qué? Porque estamos destinados a ser felices.
Antes la sociedad velaba a los muertos, vivía con la muerte. Ahora la muerte se ha relegado a los profesionales.
La sociedad ni la ve ni quiere saber nada de la muerte. Huimos por ignorancia. Pero hay la opción de intentar descubrir el porqué de la muerte, qué sentido tiene. Antes, fíjate, todos los pueblos de la Tierra esperaban tres días a enterrar un muerto. Había culturas que esperaban más aún. ¿Por qué? Para dar tiempo a que el alma se desprendiera del cuerpo físico. “El tercer día resucitó!”, dicen los cristianos.
¿Y si no se esperan estos tres días?
Si no se esperan estos tres días el ser sufre porque no se ha dado suficiente tiempo al alma para que se vaya. Esto es lo que nosotros desde nuestra escuela estamos pidiendo: que no se entierren los muertos hasta después de tres días, para dar tiempo a que se pueda desprender del alma, para que pueda irse hacia la luz.
¿La luz?
“Vete hacia la luz”, es una de las cosas que se le tiene que decir a un moribundo. Que vaya hacia donde hay luz y no se deje atrapar por las afecciones familiares, materiales, para no quedar atrapado en la Tierra. Nosotros, en nuestros cursos, también enseñamos como se tiene que hacer el acompañamiento a los moribundos. Es muy importante ahora mismo en esta situación de pandemia, que muere tanta gente, y lo más importante es señalarles el camino de la luz y darles amor. La muerte es un gesto de renuncia y se tiene que renunciar. Si no lo haces así, si una persona que muere no se va hacia la luz, no se va tranquila y feliz, se puede quedar aquí como un fantasma… ¿Has visto la película Ghost?
Sí…
Pues ya viste como se queda él: muere de un disparo, lo van a recoger los guías, que son unas luces, y como que no quiere saber nada se queda rondando, dando vueltas como un fantasma; y cuando consigue cumplir su misión es cuando vuelven a recogerlo y ya acepta irse. ‘Ghost’ está escrita por una vidente, esto está claro, porque expone perfectamente cómo funciona la muerte cuando desencarnas. Cuando una persona muere y no le dan tiempo para que marche su alma, queda atrapada en el mundo…
Si se te muere un familiar muy próximo….
Tienes que aceptarlo. Quién muere es que ya ha cumplido su misión. Si lo aceptas, no sufres. Hay gente a quien el luto le dura años, toda la vida, y esto no puede ser, es una desgracia. El luto tiene una relación inversa con la sabiduría: cuanta más sabiduría, menos duelo.
Cuando murió mi padre tuve una alegría grandísima: yo estaba solo con él en el hospital y no lo enfocamos con pena, porque sé qué la muerte es maravillosa, y le dije que buscara la luz y se fuese tranquilo. Lo más importante cuando acompañas a un moribundo es tranquilizarlo.
Pero ahora, con la pandemia, mucha gente se está muriendo sola.
Cuando tú quieres a la otra persona, ella lo sabe, aunque no estés físicamente a su lado, porque el amor es invisible. No se trata de estar presente, sino de amar, y la energía ya le llega. Si la gente que se está muriendo supiera que se va hacia la luz, hacia la libertad, sería feliz, porque nosotros no somos un cuerpo, somos un foco de luz, de amor y de energía.
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